Pablo
al escribir la 1ra. Carta a Timoteo, hace referencia a una serie de requisitos
que deben tener quienes ejerzan el liderazgo de la iglesia local, características
que tienen que ver con el carácter de un líder, con su ética, moral, su
testimonio público y la forma cómo gobierna su vida privada.
Estas
listas y muchas otras como ellas presentan características que debe tener toda
persona que dirija la iglesia. Pero pastorear al pueblo de Dios requiere mucho
más, ya que el asunto no es solo el liderazgo, sino el ejemplo moral y espiritual.
Resumiendo, Pablo exige que el obispo en la iglesia de Jesucristo sea
irreprensible, un requisito indispensable. Una vida irreprensible es el
requisito fundamental para el liderazgo en la iglesia.
Pocos
han enunciado esta verdad más elocuentemente que el piadoso Richard Baxter, un
pastor del movimiento puritano de la Inglaterra del siglo XVII:
“Tenga
cuidado de usted mismo, para que su ejemplo no contradiga su doctrina, y para
que no sea como piedra de tropiezo delante de los ciegos, y pueda ser esa una
ocasión para su ruina; para que no diga algo con su vida diferente de lo que
dice con su lengua; y sea el mayor estorbo para su propia obra. Una palabra
orgullosa, poco amable, autoritaria, una disputa innecesaria, una acción
codiciosa, puede cortar la garganta de algún sermón, y hacer que se pierda el
fruto de todo lo que ha estado haciendo. Tenga cuidado de usted mismo, para que
no viva en esos pecados contra los que predica en otros, y para que no sea
culpable de aquellos que a diario condena. ¿Hará usted de su trabajo
engrandecer a Dios, y cuando ha terminado, deshonrarlo tanto como los demás?
¿Proclamará el poder de Cristo para gobernar, y a pesar de eso lo menospreciará
y se rebelará? ¿Predicará sus leyes y las violará deliberadamente? Si el pecado
es malo, ¿por qué vive en él? Si no lo es, ¿por qué disuade a las personas para
que lo abandonen? Si es peligroso, ¿cómo se atreve a aventurarse en él? Si no
lo es, ¿por qué les dice a los hombres que sí? Si las amenazas de Dios son
verdaderas, ¿por qué no las teme? Si son falsas, ¿por qué aflige
innecesariamente a los hombres con ellas, y los asusta sin razón? ¿Conocen ‘el
juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte;’ y a
pesar de eso las hará? ‘Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?
Tú que dices que no se ha de adulterar’, ser borracho o codicioso, ¿haces tales
cosas tú mismo? ‘Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley
deshonras a Dios?’ ¡Qué! ¿La misma lengua que habla contra el mal hablará cosas
malas? ¿Censurarán, y calumniarán, y difamarán a su vecino estos labios que se
lamentan ante estas y otras cosas por el estilo que hacen otros? Tenga cuidado
de usted mismo, para que no sea que se lamente por el pecado, y sin embargo, no
lo pueda vencer; para que, aunque usted busque que otros lo aparten de su vida,
usted se incline ante él y llegue a ser su esclavo: ‘Porque el que es vencido
por alguno es hecho esclavo del que lo venció’; ‘si os sometéis a alguien como
esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del
pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia’. ¡Oh hermanos! Es más
fácil reprender el pecado que vencerlo. (The Reformed Pastor [El pastor reformado]
[Edimburgo: Banner of Truth, 1979], 63, 67-68)
Anepilēmptos
(irreprensible) significa “que no se puede sujetar”. El hombre irreprensible no
puede ser arrestado o sujeto como si fuera un delincuente; no hay nada de qué
acusarlo. En Tito 1:6, se habla también de ser irreprensible, pero se emplea un
vocablo diferente (anengklētos). El participio presente einai (sea) indica que
está en un estado presente de ser irreprensible. Es obvio que esto no quiere
decir que no haya cometido pecados en su vida. Lo que quiere decir es que su
vida no ha sido arruinada por algunos vicios evidentes y pecaminosos que lo
excluirían de ser la norma más elevada de una conducta piadosa. Debe ser un
modelo a seguir por la congregación (cp. Fil. 3:17; 2 Ts. 3:9; He. 13:7; 1 P.
5:3). Tampoco debe darles a los enemigos de la iglesia razón alguna para que
ataquen su testimonio.
Los
pastores deben ser cuidadosos de permanecer irreprensibles por varias razones.
En primer lugar, son el blanco especial de Satanás, y él los atacará con
tentaciones más severas que a otros. Los que están en la línea delantera de la batalla
espiritual, sufrirán el embate principal de la oposición satánica. En segundo
lugar, su caída tiene mayor potencialidad para hacer daño. Satanás sabe que
cuando un pastor cae, el efecto en las ovejas es devastador. En tercer lugar,
el mayor conocimiento de la verdad de los líderes, y la responsabilidad de
vivirla, traen un castigo mayor cuando pecan. En cuarto lugar, hay más
hipocresía en los pecados de los ancianos que en los de los demás, porque predican
contra los mismos pecados que cometen. Los líderes necesitan de la gracia y del
poder de Dios en forma abundante, debido a su mayor responsabilidad y notoriedad.
Para
protegerse a sí mismos, los líderes deben dedicar tiempo a un estudio profundo
de la Palabra de Dios. Deben estar “[nutridos] con las palabras de fe [las
Escrituras] y de la buena doctrina” (1 Ti. 4:6). El salmista escribió: “En mi
corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal. 119:11). Un
líder debe exponer continuamente su vida ante la luz de la Palabra de Dios.
Debe también ser un hombre de oración, y ser responsable ante otros en
confraternidad espiritual. La iglesia tiene un llamamiento a estar comprometida
con la conservación del liderazgo que es piadoso. La iglesia es responsable de
medir a los hombres por la norma de irreprensible. La práctica común de todos
hoy es perdonar al líder que peca y de inmediato restaurarlo a su ministerio.
La iglesia, no debe vacilar en perdonar a los que se arrepienten
sinceramente. Sin embargo, restaurarlo de inmediato al ministerio baja la norma
que Dios espera que sigan los líderes. Y como los líderes sirven de norma de
santidad y virtud para la congregación, baja la norma de toda la iglesia.