Antes de comenzar…
Sin duda alguna, nuestra generación ha
experimentado un vertiginoso avance tecnológico, único en cualquier otra etapa
de la historia humana. La globalización, soportada en nuevas tecnologías
comunicacionales y el gran avance de internet, han puesto a nuestro alcance
posibilidades inimaginables para generaciones anteriores.
Es allí, donde emergen grandes y sigilosos
peligros, que pueden truncar el crecimiento y desarrollo del creyente.
Transgredir las normas de Dios es cada día más sencillo, enmarcado en un plan
universal dirigido por el mismo Satanás para alejar al hombre de Dios. Sin
duda, “las corrientes de este siglo” (Romanos 12.2) buscan la consolidación de
un gobierno mundial sustentado en un humanismo que excluye a Dios de todo lugar.
Llama profundamente la atención el gran uso y en ciertos
ámbitos la total dependencia de nuestros estilos de vida a la gran red de
conexión virtual que ampliamente conocemos como Internet. ¿Cuántas de nuestras
actividades diarias se verían seriamente comprometidas si careciéramos de
nuestra tan útil conexión? Sin ir más lejos, una organización con sede en Nueva
York (EE.UU.) llamada Media Development Investment Fund (fondo de inversión
para el desarrollo de medios, MDIF por sus siglas en inglés) tiene la intención
de cambiar totalmente la era de la informática en línea dando acceso gratuito a
Internet a todo el planeta, proyecto denominado Outernet, y que fue implementado el año 2015, basado en el envío de datos a través de ondas de
radio desde satélites en la órbita terrestre.
Ante esta realidad, es válido y pertinente
que nos preguntemos ¿qué lugar ocupa esta red en los planes del príncipe (Juan
12.31) de este mundo? ¿Cuál es el uso adecuado que cada creyente debiera dar a
esta herramienta?
La Paradoja de la libertad
“Yo he venido para tengan vida, y para
que la tengan en abundancia.” (Juan 10.10)
Aún resuenan en nuestros corazones esta
dulce declaración de Jesús. Sus planes son planes de libertad y plenitud de
vida.
No obstante no puedes pasar por alto los planes de nuestro
enemigo: “El ladrón (Satanás) no viene sino para hurtar y matar y
destruir” (Juan 10.10). Satanás vino a esclavizar, a robarle al
hombre lo que Jesús le confirió por gracia. Y una de sus más grandes
estrategias ha sido someter al hombre a adicciones que
sujetan sus vidas a maldiciones, angustias, muerte y a todo aquello que Jesús
jamás soñó para él.
Una adicción, según la organización
mundial de la salud (OMS) es una enfermedad física y emocional. En el sentido
tradicional es una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad
o relación debido a la satisfacción que esta causa a la persona. No obstante,
la palabra adicción cobra una real dimensión al considerar su origen
etimológico. “Adicto” proviene del latín que denotaba al deudor que, por falta
de pago, era entregado como esclavo a su acreedor.
“Jesús les respondió: De cierto, de
cierto os digo, que todo aquel que hace pecado,
esclavo es del pecado.” (Juan 8.34)
La práctica común del pecado es una
adicción (Romanos 6.12). Nos esclaviza. Nuestra generación no sólo se enfrenta
a adicciones como el alcoholismo, la drogadicción, la pornografía, la
ludopatía, etc., sino también una serie de nuevos peligros, entre los que
destaca la “ciberadicción”. Su significado es sencillo,
corresponde a un trastorno de adicción a Internet (IAD), o, más ampliamente, el
uso excesivo, problemático y/o patológico, de Internet, a través de diversos
dispositivos (ordenadores, teléfonos, tablets, etc.), que interfiere con la
vida diaria. Es más común de lo que imaginas descubrir adicciones que invaden
nuestras vidas y coartan nuestra libertad en Cristo.
“Más él herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados;
El castigo de nuestra paz fue sobre él,
y por su llaga fuimos nosotros curados.” (Isaías 53.5)
La Escritura es clara en señalar que Dios
no diseñó al hombre para vivir aquella esclavitud, y al verle preso a causa del
pecado entregó a su Hijo para redimirnos. La esclavitud al pecado es parte del
pérfido plan de satanás para destruir a la humanidad. Es en este punto, al
considerar nuestra relación con Internet, donde debiéramos preguntarnos: ¿He
dejado de ser un usuario de Internet para convertirme en un dependiente de Internet?
¿Cuál es el plan de Satanás?
Para comprender el plan de Satanás debemos
remontarnos a su origen.
Satanás fue
originalmente creado por Dios (Colosenses 1.16).
“Todas las cosas por medio de él fueron
hechas,
y sin él nada de lo que ha sido hecho
fue hecho” (Juan 1:3)
Dios
no creó el mal. Satanás era perfecto cuando fue originalmente creado por
Dios, pero le fue dada una voluntad libre para escoger el bien o el mal.
“Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado hasta que
se halló en ti maldad” (Ezequiel 28:15).
La Biblia
describe la posición original de Satanás en Ezequiel 28:12-17. Cuando Satanás
fue originalmente creado, él era un ángel de Dios. Era un integrante de la
clase de los querubines, santo, sabio, hermoso, y perfecto. Le fue
concedida autoridad entre los querubines y es llamado “guardián” o querubín
“protector”. Su nombre era originalmente Lucifer que significa “portador de la
luz” (Isaías 14:12). Él fue ataviado con piedras preciosas engarzadas en oro
(Ezequiel 28:13; Éxodo 28:11-15). Le fue dada una posición en la montaña
sagrada de Dios y aparentemente guiaba la adoración (Ezequiel 28:13).
Qué
brillante, y hermoso cuadro de Satanás en su posición original es dado en la
Palabra de Dios. Es descrito como una gema de piedras preciosas. Pero una gema
no tiene luz por sí misma. No es hermosa en un cuarto oscuro. Su belleza reside
en su habilidad para reflejar la luz del exterior. Cuando Dios creó a
Lucifer, lo hizo con la capacidad de reflejar la gloria de Dios a un mayor
grado que cualquier otro ser creado. Dios era la luz que hacía a Lucifer radiar
belleza.
Pero Satanás
no retuvo su gloriosa posición. La Biblia describe su rebelión y caída (Isaías
14:12-15 / Ezequiel 28:17).
Como
resultado de su rebelión, Satanás fue expulsado del cielo (Ezequiel 28.16-17),
se corrompió su carácter, se pervirtió su poder, fue destinado al lago de fuego
(Isaías 14.15) y corrompió a un tercio de los ángeles que cayeron del cielo con
él, es a saber, sus demonios.
La Biblia lo
describe como inteligente y penetrante (2ª Corintios 11.3), emocional
(Apocalipsis 12.17), con voluntad propia (2ª Timoteo 2.26), poderoso (Efesios
2.2), engañoso (Efesios 6.11), rudo y cruel (1ª Pedro 5.8) y mentiroso
(2ª Corintios 11.14).
Cabe preguntarnos: ¿Tiene Satanás los
mismos atributos que Dios? La respuesta es obvia y categórica ¡No! Dios es un
ser creador, mientras que Satanás es un ser creado. ¿Notas la diferencia? De
esta verdad podemos entender que los atributos de Dios no son comparables a los
de Satanás. La omnisciencia, la omnipresencia y la omnipotencia sólo le
pertenecen a Dios.
Entonces, ¿Satanás, todo lo puede? No.
¿Está en todos lados? No. ¿Todo lo conoce? No. Por lo tanto puedes estar seguro
que ¡él no conoce tus pensamientos! Esto queda en evidencia en la Biblia cuando
observamos la gran relevancia que Dios le da a “confesar” (Romanos 10.9). Dios
conoce lo que hay en nuestro corazón, Satanás sólo lo que sale de nuestra boca
y observa en nuestros actos.
¡Estamos en guerra! Una lucha de
estrategia
Pablo, el apóstol, nos enseña que estamos
en guerra (2ª Timoteo 2.3) y además nos señala que las batallas que libramos no
son terrenales o corpóreas, sino espirituales (Efesios 6.12). En esta lucha,
con horror hoy vemos a Satanás desplegando sus más astutas estrategias para
dañar a nuestra generación.
Reflexionemos en esta lucha de estrategias.
Nota el hecho de que las cifras de uso,
abuso y dependencia a Internet crecen en Chile y el mundo entero y cómo el
acceso a redes sociales es el principal uso que damos a internet. Chile es
líder en América Latina en la penetración de internet en la población. Se
estima que el 72% de la población chilena posee acceso a Internet. Nota un
segundo aspecto importante: el centro de toda red social es dejar en evidencia
lo que hay dentro de tu corazón. Aquí tienes un pilar fundamental en la
estrategia de Satanás.
Podríamos preguntarnos: ¿Es necesario que
el mundo sepa lo que sentimos? De alguna manera hemos sido convencidos que sí.
El mayor porcentaje de publicaciones en redes sociales es de sentimientos y
emociones. Más del 50% de las publicaciones de los usuarios de redes sociales
es para expresar sentimientos, mostrar lo que hay dentro de su corazón. “Me
siento solo…”, “estoy confundido”, “necesito un respiro…” y tantas otras
expresiones son fácilmente obserables al realizar un pequeño paseo por los
diversos muros de las distintas redes. A pesar que las redes sociales pueden
ser ocupadas para muchas cosas constructivas como evangelizar, ampliar nuestro
conocimiento, encontrar trabajo, dar a conocer ideas y opiniones, etc., la
realidad muestra que en su mayoría está siendo empleada para realizar un
verdadero trabajo de espionaje al corazón del hombre. ¡Qué gran daño
puede provocar a nuestra generación exponer gratuitamente el corazón a Satanás!
Día a día nuestros jóvenes se desnudan ante miles de usuarios y lo que es aún
pero, ante su principal enemigo, Satanás, exponiendo lo más íntimo de su ser:
su corazón.
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu
corazón;
Porque de él mana la vida.”
Proverbios 4.23
Por miles de años el corazón del hombre
había estado velado para Satanás, pero al parecer encontró una manera de
conocer lo que antes sólo Dios conocía. Muchos de los creyentes que con
sinceridad libran la batalla de la fe, están abriendo una ventana
extremadamente peligrosa para que Satanás tome ventaja en esta guerra.
La combinación de un mal uso de internet
con un mal uso de nuestras redes sociales pede ser catastrófico. Vemos a
creyentes que antes de contarle a Dios sus inquietudes, lo cuentan a su
enemigo. Antes de buscar ayuda en sus amigos o familia, recurren a quien más
daño les quiere hacer en todo este universo. Vemos a Satanás robándoles el
tiempo, empobreciendo su vida de oración y búsqueda de Dios. Observamos cómo
lejos de cuidar la obra de Dios en nuestros corazones, desprolijamente muchos
absorben el mal que nuestro adversario siembra indiscriminadamente en la web.
Siempre creímos que el riesgo de las redes
sociales era hacer mal uso de ellas en el sentido de mentir, juzgar, realizar
bulling a otra persona, etc., no obstante existe un riesgo mayor.
¿Asombroso verdad? Jóvenes preparados,
motivados y dispuestos a seguir a Cristo son presa de un plan diabólico para
esclavizar al hombre. La respuesta de Satanás es evidente, ataca cuando oye de
tus propios labios que eres susceptible. Tu muro le enseña a Satanás cuando
atacar. El resultado puede ser devastador.
De la abundancia de tu corazón habla tu
muro
Si Dios tuviera Facebook, ¿lo añadirías
como tu amigo? ¿Estarías dispuesto a que él conociera tus publicaciones, tus
preferencias y tus comentarios? O, si yo sin conocerte, examinara
exhaustivamente tu muro, ¿concluiría que eres un creyente redimido por Jesús,
enamorado de él?
Tenemos la oportunidad única de mostrarles
a otros que esta batalla se puede ganar. Nuestros padres en la fe nos han
demostrado que con Cristo podemos ser más que victoriosos (Romanos 8.37). Pero
todo comienza con un compromiso personal.
¿Descansaremos pacientemente mientras
Satanás destruye a miles? ¿Seremos espectadores de una masacre espiritual?
Nuestro llamado es a experimentar aquel “vivo celo por Jehová” y mediante la
rendición de nuestras redes sociales a Cristo marcar una diferencia.
Desde ahora la decisión es tuya.
“Y te pondré en este pueblo por
muro fortificado de bronce,
y pelearán contra ti, pero no te
vencerán;
porque yo estoy contigo para guardarte y
para defenderte, dice Jehová.”
Jeremías 15.20