INTRODUCCIÓN: Nuestra
naturaleza
“El niño (Jesús) crecía y se fortalecía; progresaba en
sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él” (Lucas 2.40)
El ser humano es un ser integral. No constituye una novedad. Ni para los médicos, ni
para los psicólogos, ni para los antropólogos, y mucho menos para los
cristianos. A esta altura de la humanidad, todos sabemos que cuando nos
referimos al ser humano lo hacemos de una manera integral.
El pasaje que recién mencionamos señala que Jesús
crecía en cuatro áreas: En
sabiduría, es a saber, el crecimiento psicológico e intelectual; en estatura,
vale decir, el desarrollo físico o biológico; en gracia para con los hombres,
haciendo referencia a su crecimiento en el área social; y en gracia para con
Dios, que nos habla de su crecimiento espiritual.
Este mismo concepto vale para la sexualidad. Ésta será
una expresión que integre todo el conocimiento, el comportamiento, las
creencias, las actitudes y los valores de la persona. Abarca aspectos
relacionados con la anatomía, la psicología, la bioquímica y la espiritualidad;
se verá influida por la identidad, la personalidad, los pensamientos, los sentimientos
y las emociones.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la sexualidad como “la integración de los aspectos físicos, emocionales, intelectuales y sociales
de un ser humano de manera que permitan un enriquecimiento positivo y mejoran
la personalidad, la comunicación y el amor”. Como verán, al hablar de
sexualidad, estamos hablando del ser humano completo.
Dios mismo a través de las Sagradas Escrituras nos
enseña que el hombre es un ser integral, en donde confluyen el espíritu, el
alma y el cuerpo (1ª Tesalonicenses 5.23). Entender esta integralidad nos permite comprender a
cabalidad el mensaje y la obra de Dios en el hombre, obra máxima de su creación,
para quien diseñó un plan de pleno desarrollo en todas las dimensiones de su
ser, que traerá como resultado que cada persona crezca saludablemente hasta convertirse
en un elemento útil para el Reino de Dios. Claramente Dios diseñó un plan de
crecimiento para el hombre igual que el que experimentó Cristo (Efesios 4.13).
Es aquí donde Satanás despliega potentes estrategias
para frustrar el sano desarrollo integral del joven (sea varón o dama),
encadenando a generaciones completas a vicios, adicciones o como lo veremos a
continuación, alteraciones en su
sexualidad. Su objetivo es apartar al joven del modelo de Dios y hacerlo
transitar por senderos de soledad y frustración en donde perder el rumbo y
alejarse de la cruz es inminente.

¿Cómo comprender la homosexualidad? ¿Cómo enfrentar la
lucha contra la homosexualidad? ¿Cómo debemos actuar frente a amigos
homosexuales? ¿Se puede salir de la homosexualidad? ¿Cuál es el rol de la
iglesia en esta realidad? ¿Es, la homosexualidad, un signo natural de los
tiempos? ¿Cómo puedo ser parte de la solución?
Acompáñanos a encontrar en Dios respuestas a estas
interrogantes.
DESARROLLO: Las estadísticas
Actualmente se sabe que más del 80% de los
jóvenes (varones y damas) que luchan
contra la homosexualidad fueron víctima de caricias, abusos o incluso
violaciones por parte de un adulto antes de cumplir los 12 años.
Uno de los estudios más cercanos a nuestra realidad de
los que disponemos hoy, fue realizado por los doctores José Luis y Silvia
Cinalli, en un universo de 1.425 jóvenes, de entre 12 y 30 años, pertenecientes
a 80 grupos juveniles de iglesias cristianas, de 25 localidades de Argentina y
5 de Paraguay, de 10 provincias distintas y de 15 denominaciones diferentes. Se
concluyó que:
· Al menos cuatro de diez jóvenes tuvieron experiencias negativas en la infancia
· Dos de cada diez jóvenes recibieron caricias por parte de un adulto
· Uno de cada diez sufrió abuso sexual físico, sin llegar a violación
· Uno de cada quince jóvenes fue violado en la niñez
Si esta experiencia no es sanada, no es llevada a Cristo de manera oportuna, generará un campo
propicio para que durante la pubertad germine la semilla de la duda acerca de
la identidad de género u homosexualidad.
Los niños y las niñas que han sufrido este tipo de
experiencias son más propensos a desarrollar miedo a ser homosexuales, a tener
episodios de atracción homosexual durante su pubertad y a luchar contra la
indefinición sexual. No es muy difícil pensar en las consecuencias de un acto
cobarde de abuso de un adulto que gozaba de la confianza y admiración de un
niño, lo lleva a una desestructuración o fragmentación tan grande que
posiblemente fracture su desarrollo psicosexual. Es altamente probable que ese
niño o niña, en la adolescencia comience a luchar con dudas y pensamientos
homosexuales, producto de esas vivencias.
No queremos con esto decir que el origen de la
homosexualidad es la variada gama de experiencias en el desarrollo de cada
joven, que si bien se relacionan con otros factores culturales, ambientales,
etc. para definir la sexualidad, por sí solos no son el factor etiológico
primordial. El origen de la homosexualidad es el pecado o la degeneración del
hombre. El pecado es el origen de toda tendencia al mal o depravación humana.
El hombre es tentado a la homosexualidad ya sea por experiencias traumáticas
vividas, por ser víctima del pecado o por una decisión personal (Romanos 1). Es muy interesante recordar lo que Dios enseña
acerca del pecado: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.”(Romanos 6.23). Ya nos podemos adelantar: Si Dios puede
contrarrestar el efecto del pecado, Dios tiene el poder, sin duda alguna, para
hacer retroceder la homosexualidad en todas sus expresiones.
Rompamos un
gran mito

Se han publicado muchos trabajos buscando
el origen biológico, genético, de la homosexualidad, y a menudo han tenido un
eco más o menos sensacionalista en los medios de comunicación. Los más citados
entre estos estudios han sido publicados por autores que se declaraban
homosexuales como S. Le Vay (1991), que sugería la existencia de diferencias en
el tamaño del Sistema Nervioso Central entre quienes tienen relaciones
heterosexuales y los que tienen relaciones homosexuales; J.M. Bailey (1991),
quien basó sus conclusiones en estudios realizados con gemelos para aceptar la
teoría genética de la homosexualidad o D. Hamer (1993), que llegó incluso a
hablar de la existencia del «gen gay». Algunos cometen la equivocación de
rechazar estas teorías basándose en la declarada homosexualidad de autores como
Le Vay, Bailey o Hamer. Sin embargo, cualquier trabajo científico debe
valorarse atendiendo solamente a criterios científicos, y dichos criterios son
suficientes para poder afirmar que no
hay en la actualidad ninguna
evidencia científica a favor de una teoría genética de la homosexualidad.
Otra posible explicación biológica resulta
al considerar los niveles hormonales, llevando a los defensores de esta teoría
a afirmar que las personas gays tendrían más hormonas femeninas y las personas
lesbianas más hormonas masculinas que lo habitual en cada sexo. Estas teorías
han sido también refutadas. Parece que el nivel de hormonas puede modificar la
intensidad de la atracción sexual, pero no su orientación.
En la actualidad, la mayoría de los grupos
homosexuales ha cambiado su postura frente a la idea de la condición innata de
la homosexualidad, considerando la evidencia científica, y ahora afirman en su
mayoría, que una persona no nace homosexual sino que con “orgullo” elige ese
estilo de vida.
El consenso científico actual sobre el tema
afirma que estamos ante un fenómeno con causa claramente multifactorial. La homosexualidad sería el resultado de la
interacción entre rasgos innatos, como el tener un determinado temperamento o
una cierta sensibilidad; influencias familiares; del entorno social y,
evidentemente, estilos de vida o comportamientos libremente escogidos. Los
rasgos de tipo «innatos» que mencionamos, como poseer un temperamento sensible,
lejos de ser rasgos de terminantes que condujeran automáticamente a la
homosexualidad, pondrían más bien a la persona que los presenta ante un mayor
riesgo de que las otras circunstancias descritas alteren el desarrollo de su
identidad personal.
Especialistas norteamericanos de la Asociación
Nacional de Investigación y Terapia de la Homosexualidad (NARTH) lo definen
como un desarrollo inadecuado de la identidad sexual.
Si buscáramos entonces definir el homosexualismo podríamos
decir que es una vivencia bio-psico-social en la
que la persona siente un impulso adictivo y erótico hacia personas del mismo
sexo y que usual, pero no necesariamente, tiene relaciones de intimidad física
con estas.
Entonces, ¿Qué
lleva a una juventud con un potencial tremendo a enredarse en algo tan
destructivo?
La homosexualidad es una conducta aprendida inconscientemente
durante el desarrollo psicosexual en la infancia o en la adolescencia.
Como ya lo mencionamos, se ha podido establecer que la
mayoría de los jóvenes con problemas de homosexualidad han vivido malas
experiencias en la infancia, ya se trate de abuso sexual por parte de un adulto
cercano a la familia o de una mala identificación con su padre o madre (el niño
con su padre y la niña con su madre). Un porcentaje minoritario lo ha elegido
voluntariamente.
La relación con los padres y el rol parental son
pilares fundamentales en el correcto desarrollo de su psicosexualidad. En las
vivencias del hogar es donde se da la identificación por parte del niño con la
figura parental del mismo sexo.
No podemos ignorar esto. El padre o madre son
sumamente importantes para el correcto desarrollo psicosexual del niño. Si
hilamos un poco más fino, podemos decir que el rol del padre toma el lugar de
mayor preponderancia en la definición del tipo de rol sexual de los hijos.
El padre o su figura sustitutiva, ya sea un tío, un
abuelo, etc. Es quien confirma al hijo o a la hija su rol. El padre es quien le
dice a la niña: “¡Qué linda estas hoy!”, “¡Que linda te queda esa ropa!”, “¡Qué
linda mujer eres!”, “¡Las niñas hacen esto o aquello!”. Y es el padre también el
que acompaña al pequeño a practicar deportes y le muestra cual es el rol del
hombre en ese deporte. También es el padre el que le enseña como se trata a
otros hombres. Y Cómo se trata a las mujeres, por el modo en que trata a su
esposa. Además será él quien establezca un patrón de actitudes frente al
trabajo y las responsabilidades de la vida adulta.
Esta identificación con la figuras parentales se da
fundamentalmente en el plano inconsciente de aprendizaje, sin que los padres o
los niños lo perciban.
Sigamos el siguiente ejercicio que explica muy bien el
proceso de desarrollo de la
homosexualidad en aquellas circunstancias donde se produce un inadecuado
desarrollo psicosocial, que por lo demás, es el caso más común:
Nuestro
escenario comienza con el nacimiento. El niño que un día puede tener que luchar
contra la homosexualidad nace con ciertos rasgos que de algún modo son más característicos
entre los homosexuales que entre la población general. Algunos de estos rasgos
pueden ser heredados genéticamente, mientras que otros podrían haber sido
causados por el afluente hormonal dentro del ambiente intrauterino. Muchos de
estos rasgos podrían ser considerados verdaderos dones, antes que
características problemáticas. Por ejemplo, una disposición “sensible” frente a
la realidad, un fuerte impulso creativo, un gran sentido de lo estético. Se
siente incómodo con el típico modelo áspero y desordenado de sus semejantes
masculinos. Quizás esté más interesado en el arte o en la lectura que en el
futbol o el rugby. Estas características no generarían ningún problema en el
posterior desarrollo de la homosexualidad si el ambiente social no marcara al
niño como “diferente”.
Cuando sea
adolescente y piense en su niñez recordara una mala sincronía entre lo que
deseaba y necesitaba y lo que su padre le dio. Esto puede ser porque su padre
se mostraba distante, o porque las necesidades del niño eran muy especial, o
simplemente su padre no encontró la forma de relacionarse adecuadamente con él.
La falta de cercanía con su padre puede conducir al adolescente a separarse
bruscamente de su padre, o a “Excluirse defensivamente”, como un modo de
autodefensa. Se da no solo la ausencia de un padre, literal o psicológicamente,
sino la defensa psicológica del adolescente frente a ese padre que no lo
entiende y/o no lo acepta.
Pero
lamentablemente esta separación con su figura “masculina” lo deja menos
capacitado para relacionarse con sus semejantes varones. Por esto, el
adolescente, mira hacia atrás y dice “desde el comienzo fui diferente. Nunca me
llevé bien con los niños de mi edad y me sentía más cómodo entre las niñas.”
Este recuerdo hará que perciba su homosexualidad convincentemente como innata.
Cree a ciencia cierta que nació homosexual.
Aunque todavía
el adolescente mantiene la exclusión defensiva hacia su padre, busca llenar su
necesidad tremenda de relación con él, de amor y de los abrazos que nunca pudo
recibir de él. Posteriormente, esto le llevará a desarrollar uniones no
sexuales con jóvenes mayores que él y que admira, proyectando en ellos el mismo
anhelo y deseo, junto a la misma vivencia de insatisfacción. Cuando llega a la pubertad, este sentimiento
o necesidad de afecto y cordialidad se mezcla con los impulsos sexuales
generándose los primeros pensamientos de deseo homosexual. Posteriormente
recordará “mis primeros deseos sexuales no se dirigieron hacia las mujeres,
sino hacia los hombres. Nunca me interesaron las mujeres. Realmente nací
homosexual. ”
Sus deseos,
ahora sexualizados, no pueden negarse por mucho tiempo, por más que quiera
combatirlos. En algún punto se rendirá a sus deseos profundos de amor y
comenzará a tener experiencias
homosexuales voluntarias.
Allí encuentra
que esos viejos anhelos son satisfechos, al menos temporalmente. Aunque este
tipo de práctica le cause un intenso conflicto interno, también lo alivia de
manera fugaz. Ese sentimiento temporal de confort es tan profundo que volverá a
buscar satisfacerlo, de la misma manera que un adicto vuelve a buscar el alivio
temporal de una droga. He aquí un reo de la homosexualidad.
Aquí describimos una plan casi perfecto de Satanás
para encadenar a nuestros jóvenes. Sería perfecto si no existiera el ¡poder
soberano de Dios, la redención a través de la sangre vertida por Jesús en la
cruz y la regeneración a través del Espíritu Santo!
“De modo que si alguno está en cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2ª Corintios 5.17)
Movimientos
pro homosexuales y la agenda gay
Las cosas no ocurrieron de la noche a la mañana, ni
son el producto de un proceso natural propio del siglo XXI. Es necesario que
dejemos de creer infantilmente que la explosión de la homosexualidad en América
Latina se debe a la casualidad o al normal “progreso” de la sociedad.
Lejos de ellos podemos ver un plan satánico estructurado. Podemos identificar las estrategias de
proselitismo de los movimientos pro homosexuales en todo el mundo.
El primer movimiento conocido de protesta homosexual
tuvo lugar en 1969, en el “Stonewall”, un bar gay de Nueva York. Por más de
veinte años, llevó a cabo marchas por los derechos gay. El 25 de abril de 1993,
en Washington, la marcha en pro de los derechos homosexuales pasó a llamarse “marcha
del orgullo gay”.
Escalón tras escalón han logrado posicionar muchas de
sus demandas, logrando en julio del 2003 la celebración en Argentina de la
primera unión civil entre homosexuales, la primera en América Latina.
El 09 de mayo del 2001, los principales periódicos
norteamericanos publicaron una declaración formulada durante el encuentro anual
de psiquiatría por el Dr. Robert Spitzer, jefe de investigación biométrica y
profesor de psiquiatría de la universidad de Columbia, Nueva York. Este
destacado profesional, como una de las autoridades de la APA, había sido uno de
los impulsores de retirar la homosexualidad del manual de desórdenes mentales.
Spitzer expresó que había comenzado el estudio de la conducta homosexual de
forma escéptica, creyendo que nadie ni nada podría cambiar la orientación sexual
de una persona. “Ahora pienso que esto es falso – expresó -. Después de casi
treinta años de investigación, compruebo que debido a una combinación de
terapia y oración, un alto porcentaje de hombres y mujeres no volvió a
manifestar atracción sexual hasta la fecha y en otro número considerable, su
atracción fue mínima.”
ESTRATEGIAS
LEGISLATIVAS
Otra estrategia clara ha sido validar su conducta a
través de cambios en la ley de cada país. Las agrupaciones pro homosexuales ven
al derecho como un instrumento para promover la homosexualidad. Se busca la
legalización de ciertas conductas a fin de justificar su práctica.
Es bueno recordar al filósofo francés del siglo XVII,
Charles Montesquieu, autor de “El espíritu de las leyes”, que afirmó: “una cosa
no es buena porque se haga la ley; debe ser ley porque es buena.”
Acorde con los cambios legales, se impulsa una redefinición
del lenguaje. Por Ejemplo: el término familia es suplantado por “parentalidad”.
Esposos por “cónyuges”. Padre o Madre por “progenitor”. Y con la palabra
“matrimonio” (término que recientemente se atreven a usar) se refieren tanto a
uniones heterosexuales como a uniones entre personas del mismo sexo. Para cada
vez mas gente la homosexualidad ya no es una cuestión de sexualidad, sino de
derechos civiles. Expresar intolerancia se convierte en un acto inmoral e
incluso ilegal, entendiendo por intolerancia toda aquella conducta que desafía
una conducta o una opinión legalmente protegida.
ESTRATEGIAS
COMUNICACIONALES
En cuanto a sus estrategias comunicacionales, la
comunidad gay no escatima esfuerzos por dar a conocer sus ideas y halla en los
medios de comunicación masivos su mejor caja de resonancia. Su idea es
presentar ante los medios los nuevos tipos de familias, porque la visibilidad y
exposición son fundamentales para que sean conocidas sus conductas homosexuales
y aceptada por un mayor número de personas. Existe un contacto permanente con
periodistas y buscar estar presentes en
cualquier manifestación social relevante.
Nos guste o no, los espectadores reaccionan ante
historias emotivas y animan al desvalido . Es más, dado que el valor reinante
en la cultura moderna no es la verdad, sino la tolerancia, todo aquel que
adopte una postura que desaprueba la conducta de otro está condenado a perder
el debate.
ESTRATEGIAS EN LA
RELIGIÓN
Ni siquiera el ámbito religioso se ha librado de las
estrategias de Satanás. Han surgido
iglesias que aceptan y promueven la homosexualidad, como es el caso de la
“Iglesia Comunitaria Metropolitana”, en Beverly Hills; la denominada “Iglesia
Evangélica Gay” constituida por los miembros de la comunidad metropolitana, la
iglesia del Río de la Plata y un número creciente de iglesias luteranas, con
presencia en varios países del mundo; o como el caso de la iglesia en Buenos
Aires “Otras ovejas”, donde se cuestiona: “¿Condena la palabra de Dios la homosexualidad en la
Biblia?”. Con numerosos estudio bíblico intentan borrar la idea de que la
biblia condena las practicas homosexuales y sólo se trata de erradas
interpretaciones, según sus promotores aluden.
Estas llamadas “Iglesias evangélicas gays”, nacieron
como una forma de conciliar la orientación sexual con sus necesidades
religiosas.
Una diferencia sustancial surge si buscamos leer la
Biblia desde una orientación sexual a que si a través de la
Biblia miro dicha orientación sexual. Una persona gay, convencida de su
condición, cuando abre la escritura
busca reforzar su sexualidad tal y como la ha definido previamente. El
ejercicio correcto es leer el mensaje de Dios, es a saber, la Biblia y desde la
óptica de Dios ver la sexualidad de cada persona, para comprender cual es el
modelo de Dios.
A menudo el joven cristiano que se considera
homosexual debe vivir con la confusión de vivir con un pie en el mundo gay, que
es ampliamente anticristiano, y el otro en el mundo cristiano, que es
ampliamente antigay, al menos en aquellos casos cuando la persona en esta
disyuntiva no logra someterse a la perspectiva de Dios. En el caso contrario,
como veremos más adelante, si hay dentro de la iglesia un espacio de inclusión,
comprensión, verdad y restauración, que sin duda lo sacará de su confusión.
Perspectiva de
género
Tras estas palabras se encuentra una de las
estrategias más poderosas de Satanás en este siglo para la destrucción de la
familia.
Los impulsores de este concepto afirman que las
diferencias entre el hombre y la mujer,
fuera de lo anatómico, no corresponden a una naturaleza preestablecida. O sea,
que no necesariamente las diferencias anatómicas determinan si se es hombre o
mujer.
Proclaman que el género es una construcción cultural
independiente del determinismo biológico, y de esta manera, un hombre-masculino
podría encontrarse en un cuerpo tanto femenino como masculino y viceversa.
Los ideólogos de esta teoría niegan que exista un condicionamiento genético para la diferenciación del hombre y la mujer. Dejan el resultado a una elección personal, siendo todas las opciones igualmente válidas. Cada persona puede elegir su comportamiento sexual, más allá de su condición física. La naturaleza estorba. La realidad de la naturaleza, incomoda. Por eso debe desaparecer. Esta teoría relativiza la noción de sexo, de tal modo que indica que no se debe hablar de lo masculino y de lo femenino, sino de muchas orientaciones sexuales. Llegan así a señalar que no existen solo dos sexos, hombre y mujer, sino 5: homosexual, transexual, heterosexual, travesti y bisexual. Son diversas opciones de expresión de la libre elección de cada persona, afirman.
Todas estas ideas se encuentran en el límite de un
pensamiento que pretende ser liberal, renovado y amplio, pero que
paradójicamente encubre ideas altamente destructivas.
El blanco principal de esta teoría es la destrucción
de la familia, ya que se le considera como el principal generador de
desigualdad de derechos. Según esta ideología no solo debe desaparecer la familia
biológica, sino que se debe reeducar a las nuevas generaciones siguientes bajo
un nuevo concepto.
Influir en la educación es la principal estrategia para
intentar cambiar los principios sobre los roles del hombre y la mujer en la
sociedad. Por eso, los activistas buscan incluir la “perspectiva de género” en
todo currículum educativo.
Esta ideología levanta las banderas de la no
discriminación, de la libertad, de la felicidad y de la igualdad.
Lamentablemente, históricamente han sido banderas que la iglesia ha dejado de
lado, y hoy en manos equivocadas, de grupos humanistas, pretenden enseñar la
igualdad y la libertad de modo errado.
El gran desafío de la iglesia en el siglo XXI frente a
las familias es mostrar al hombre y a la mujer en igualdad de derechos y
dignidad; con diferentes funciones, pero complementarios el uno con el otro y
educando a los hijos en el amor de Dios.
¿Qué piensa
Dios al respecto?
Debemos manifestar que la voluntad de Dios es el
matrimonio monogámico y heterosexual. Esta relación fue establecida por el
creador del universo y no por la cultura occidental por lo que su validez es
plena y universal.
El énfasis bíblico está en armonía con el plan único
de Dios. Por ello encontramos tantos pasajes, sobretodo en el nuevo testamento,
que hablan del comportamiento heterosexual apropiado, mencionando los actos que
se escapan de este propósito como un desajuste con respecto al plan de Dios.
Asimismo, existen nueve pasajes en la Biblia en donde
se condena la homosexualidad de manera expresa, y para cada uno de ellos,
eruditos pro homosexuales han esgrimido argumentos para poner en duda la
condena bíblica a la práctica homosexual. Juzga tú:
ü Génesis 19.1-8
ü Jueces 19:16-30
ü Levítico 18:22
ü Levítico 20:13
ü Romanos 1:26-27
ü 1ª Corintio
6:9-10
ü Timoteo 1:10
ü 2ª Pedro 2:6-7
ü Judas 1:7
Ningún estudio serio de la palabra de Dios podría
resultar en negar la clara condena de Dios a este tipo de prácticas. La palabra
no es relativa ni confusa en relación a este tema. Toda sombra o neblina que
filosofías destructivas intentan colocar en rededor de nuestra juventud, debe
quedar completamente disipada por el poder soberano de la Escritura, la que alumbra
con claridad diáfana cual es el diseño de Dios para sus hijos.
Tampoco debemos dudar en ningún momento de la vigencia
de la moralidad de la Biblia. La
inspiración de las Escrituras, y la rectitud generada por los siglos de
influencia nos sugiere que los valores bíblicos son duraderos.
Compasión y
claridad
¿Cómo
debiéramos actuar frente a las personas homosexuales? Sin duda un gran cuestionamiento para todo aquel que
se ve confrontado con esta realidad y que no desea ofender a Dios con sus
decisiones.
No podemos sino sentir un profundo sentido de compasión
por aquellos que desarrollan sus vidas lejos de los planes de Dios, y mas aún
en franca contraposición a su Palabra. Quienes hemos sido redimidos a través
del sacrificio vicario de Cristo podemos testimoniar la inigualable experiencia
que significa recibir el amor de Dios; podemos hablar de la restauración que
experimentamos cuando nos reconciliamos con Dios Padre a través de su hijo
Jesucristo, con la participación de su sorprendente Espíritu Santo. ¿Imaginas
tu vida permanentemente en enemistad con Dios? ¿Imaginas la sed de tu alma?
¿Imaginas como se esfuman cada uno de tus sueños?
Muchos se conforman con la ampliamente conocida frase
“Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado”; Dicen: sé que Dios no está de
acuerdo con lo que elegí ser pero seguirá amándome aunque repruebe mi accionar.
Lejos está eso de la realidad. Esta conocida frase sobre el amor de Dios hacia
el pecador nunca estuvo en los labios de Jesús ni de sus profetas. Se originó en los escritos de Agustín de
Hipona y popularizada posteriormente por las enseñanzas de Ghandi, quien nunca
creyó en la existencia de Dios tal como él se reveló a nuestra humanidad.
La Biblia nos dice algo diferente:
ü
“Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad… Aborreces a todos
los que hacen iniquidad.” (Sal 5:4-5)
ü
“Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días.”
(Sal 7:11)
ü
“La ira de Jehová contra los que hacen mal.” (Sal 34:16)
ü
“El rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.” (1 Pe 3:12)
ü
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e
injustica de los hombres que detienen con injusticia la verdad.” (Ro 1:18)
ü
“Abominación son a Jehová los perversos de corazón.” (Pr 11:20)
¡Ves porque debemos sentir tal compasión!
Estructuran sus vidas de tal manera que nunca pueden reconciliarse con Dios y
cada día se alejan más y más de la posibilidad de recibir su amor.
Muchos creyentes toman dos posturas peligrosamente
erradas:
1)
Olvidan ser honestos
con Dios y el Espíritu Santo que habita en sus vidas, mostrando un mensaje sin
la claridad
con que la Biblia lo presenta. Se escudan en el amor de Dios para relativizar
sus conceptos sobre tal pecado. Esto ofende a Dios pues su palabra es clara y expone
a ese bien intencionado creyente a ser derrumbado en cuanto a sus convicciones.
2)
Olvidan la compasión
que Jesús mostró cuando nos amó y entregó su vida por amor hacia personas tan
deshonestas e infieles como podemos ser cada uno de nosotros (Juan 3.16). La Biblia establece con
claridad que es Dios quien no puede amar al pecador que voluntariamente y
conscientemente reincide en su transgresión, debido a su perfecta justicia.
Pero no me invita a mi a aborrecerle, sino a extenderle el amor que Jesús extendió
hacia toda la humanidad cuando habitó con pecadores para reconciliarlos con el
Padre.
Debiésemos rogar a Dios que nos permita tal grado de
claridad en nuestros principios y de compasión por el que anda lejos de él que
nos permita ser herramientas útiles para que el reino de Dios alcance a
aquellos que viven el dolor de vivir lejos de la casa de su Padre (Dios).
Lamentablemente, debemos reconocer que en este ámbito
la iglesia, incluyéndonos en primera instancia nosotros, no lo ha hecho bien.
No se trata de estigmatizar a la iglesia debido a una falta de claridad y de
compasión. Podríamos asemejarlo a la reacción social que generó el surgimientos
de los primeros casos de SIDA en el mundo. Una palabra podría describirlo:
caos. No conocer con claridad la etiología de esa enfermedad, su patogenia, su
pronóstico, las vías de contagio o las medidas de prevención generó que todo el
mundo huyera de pacientes diagnosticados con esta enfermedad. Lo único que la
sociedad conocía era su evolución final: la muerte.
La iglesia, al igual que la sociedad, debió aprender a
lidiar con enfermedades y fenómenos que se masificaron en nuestra era: alcohol,
drogas, divorcios, SIDA, etc. Hoy nadie al interior de la iglesia estaría de
acuerdo con expulsar de su congregación al drogadicto sin antes mostrarle el
camino de la restauración. Es más, grandes testimonios tenemos de personas que
han sido recuperadas de situaciones que en un momento la iglesia no estaba
capacitada para sobrellevar, pero que paulatinamente ha ido encontrando en la
Palabra las herramientas para enfrentarlas con éxito.

Como ya lo dijimos anteriormente, el homosexualismo es
una vivencia bio-psico-social en la que la persona siente un impulso adictivo y
erótico hacia personas del mismo sexo y que usual, pero no necesariamente,
tiene relaciones de intimidad física con estas.
Esta definición nos señala varias verdades. Aquel que
siente atracción por otra persona de su mismo sexo y desea cambiar, se
encuentra en una situación similar a la del que vive en el mundo de las
adicciones y quiere dejar de consumir. Ambos sienten un impulso hacia la satisfacción
de un deseo. El cambio no se logra con sólo proponérselo. No es tan sencillo
como que la persona homosexual manifieste: “Listo, lo entendí. Hoy Cambio.”
Lo que se ha instaurado en la mente y en el cuerpo de
estas personas es una adicción, y salir de ella llevará tiempo, trabajo y mucha
voluntad. Por cierto, es muy necesario que esto podamos comprenderlo así pero
que seamos cautos al comunicarlo a un joven con una desviación sexual, pues a
menudo el solo hecho de confrontarlos a una condición de adicción generará el
rechazo necesario para no seguir oyendo las noticias de esperanza que tiene
Jesús.
Nuestra actitud hacia la persona que ha elegido otro
estilo de vida deberá estar cargado de tolerancia, de amor y aceptación, no
“mirando la paja en el ojo ajeno” no levantando el dedo acusador o marginador,
sino actuando con amor pero, reiteramos con mucha claridad, para transmitir el
propósito de Dios para el ser humano.
¿Cómo salir? El
camino de la recuperación
Imagina que deseas reparar una vieja pared. No puedes
simplemente pintar sobre la superficie enmohecida y rescrebrajada. Antes de
pintar deberás lijar, limpiar y hasta restaurar la muralla para luego pintar y
decorar. Si quieres ayudar a alguien que lo necesita a salir de la homosexualidad, debes hacer lo
mismo.
Antes que inicies la tarea de ayudar, debes saber que
es un proceso largo, que requerirá esfuerzo y disciplina. Que te obligará a
emplear horas en prepararte, tato en doctrina, como en búsqueda espiritual de
la presencia de Dios. Que seguirá los mismo patrones que dentro de nuestras
congregaciones empleamos para acoger al necesitado y ayudarle; vale decir, la
ayuda debe ser dada por personas con estatura espiritual, jamás en un acto de
heroísmo personal, sino bajo el conocimiento y control de la autoridad
espiritual de tu congregación, y con la ayuda de un compañero que te apoye en
esta tarea. Es muy importante que tomes las precauciones necesarias para que en
tu intento de ser parte de la solución no termines lastimado o lastimando a
quieres ayudar. Con esto claro estás en condiciones de mostrarle a alguien el
camino:

Es difícil esperar frente a la necesidad del otro, mientras
encuentra esa motivación necesaria para pedir ayuda, pero el mejor lugar para
buscar y esperar a que llegue el reconocimiento, el pedido de ayuda, es la
oración. Los milagros ocurren cuando sustituyes las lagrimas por oración y el
miedo por fe.
Pedir ayuda implica reconocer que se tiene un problema, que es el segundo paso;
que no puede solucionarlo solo; que necesita de Dios y de sus compañeros de fe
y que Dios puede curar las áreas heridas de su alma.
Tercero. Es
importante saber que la recuperación tomará tiempo y esfuerzo; no será un logro
inmediato, sino el resultado de un proceso.
Lo hermoso de eso es que el proceso también es un milagro, pero que incluye al
hombre. Involucra nuestro carácter y nuestra voluntad.
Es importante que aquel que quiere ser ayudado acepte
que hay cambios que hacer, y que no pocas veces esos cabios implican renunciar. ¿A que? A anhelos de
venganza para perdonar; renunciar a las fantasías de éxito y perfección y
perdonarse a sí mismos; a lo que debía haber sido y aceptar las cosas como
sucedieron, sobreponiéndose a las injusticias que se hayan padecido.
Cuarto, deben
aquellos que se decidan a cambiar de vida encarar un reaprendizaje de costumbres que requiere mucha paciencia.
Obviamente este proceso llevará tiempo y será en la modalidad ensayo y error.
Sin embargo, además de tiempo, serán necesarias paciencia y fortaleza para
consolidar una nueva conducta y transformarla en una nueva identidad.
Por último, lo esencial, un quinto
elemento: descubrir que quien anhela salir de la homosexualidad tiene en Cristo
una nueva oportunidad. Con frecuencia, aquel que se acerca a pedir ayuda llega a nosotros después de recorrer un largo camino en el que
sólo ha cosechado heridas y frustraciones. Nuestra tarea es alentar a ese corazón
abatido con las buenas nuevas del evangelio. Infundirle esperanza sobre lo que
Dios puede hacer con su vida.
“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?
No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni
los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de
Dios. Y esto erais algunos; mas ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados
en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”
1 Corintios 6.9-11
Ves lo que dice Pablo, no me refiero solo a la
claridad en cuanto a la condena de Dios hacia el pecado, sino la compasión de
Dios hacia el hombre que le libró de todos estos yugos: “Y esto erais algunos;…”
Tenemos en frente la oportunidad de alumbrar en medio
de un tiempo oscuro. Nuestra luz no fluye de nuestro intelecto, ni de
metodologías y estrategias. Nuestra luz proviene de las sagradas escrituras;
proviene de lo que Dios ha hecho y ha puesto en nosotros. No podemos dudar del
poder de Dios para transformar vidas hoy, ni escondernos en la comodidad de
nuestras vidas redimidas por Cristo, sino asumir el llamado de Dios de anunciar
a otros la esperanza del evangelio, decir con claridad que no todo lo que el
hombre acepta por bueno lo es para Dios y levantarse cada día con la cuota de
compasión necesaria para mirar a nuestro alrededor y ver a tantos jóvenes reos
de la homosexualidad como si les mirásemos a través de los ojos de Jesús.
¡Tenemos trabajo por hacer!