“Los cristianos en el mundo, más que ninguna otra comunidad
religiosa, constituyen hoy en día un grupo perseguido y amenazado, urgentemente
necesitado de protección y ayuda”
Somos hijos de
Dios al confesar a Jesús como nuestro salvador y Señor, que muriendo en una cruz nos salvó de la muerte eterna; por este hecho fuimos redimidos. Dios quitó
el pecado original de nuestras vida y nos dio un rumbo, un camino, una meta.
Así y bajo esos
preceptos tú eres cristiano, hijo de Dios y perteneciente a la iglesia de
Cristo.
Es en los
evangelios donde se plasma fiel y fidedignamente el ministerio de Jesús. Solo
se nombra la palabra iglesia en dos oportunidades: en
Mateo 18:17, se refiere a la comunidad local tratando un tema de corrección
fraterna, y en el mismo libro de Mateo 16:18 recuerda que Jesús habló de la
Iglesia en sentido mucho más amplio: "Sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia" hablando de la Fe. La vida de los primeros cristianos, y de la
iglesia está escrita y reflejada de mejor manera, y con mas detalles en el
libro de los hechos.
El
génesis de la iglesia está impreso quizás en el peor momento de la vida de
estos primerizos cristianos: la muerte de Jesús; hombres y mujeres que se
reunieron después de ver morir al que cambió sus vidas y al que trajo la
salvación de sus almas. Es difícil imaginar su dolor, su frustración y sus
preguntas, replanteándose si seguir con éste camino o volver a sus vidas como
si todo lo que vivieron solo fue una linda experiencia. Tres días después
vieron como su maestro vencía la muerte y reconfirmaba su victoria sobre
Satanás el diablo, a quien ya había vencido en la cruz. Es allí donde se funda
paulatinamente la iglesia de Cristo y así el nacimiento del Cristianismo, todo
esto del gran plan eterno y perfecto del Padre.
Las comunidades primitivas del cristianismo surgen como
una secta apocalíptica del
judaísmo (Hechos 24:5) a la que los historiadores denominan judeocristianismo (ya que los primeros cristianos eran
judíos). Estos primeros cristianos se llaman a sí mismos
"Nazarenos" o "los del Camino". Los primeros cristianos
acuden a las sinagogas, como todos los otros grupos dentro del judaísmo tradicional
(época del segundo templo) y su proclama es de tipo profético y
enseñan que Yeshua el Nazareno, el
Mesías anunciado por los profetas, Jesús de Nazareth, a quien las autoridades romanas y judías
habían crucificado y al tercer día Yahve lo
había resucitado.
Como regla de vida enseñan la Torá y
las obras del Espíritu
Santo, según las enseñanzas de Jesús. Sus principales
líderes eran Pedro, Santiago, Juan y Pablo,
éste último quien se autodenomino
el “Apóstol de los Gentiles”.
Poco tiempo después de la resurrección de Jesús los
apóstoles se dispersaron hacia la afueras de Jerusalén, comenzando así la obra
misionera. De esta manera llevaron el evangelio por varios continentes,
imperios y pueblos.
Apenas el evangelio se masificó comenzaron las
persecuciones. A continuación, las más importantes a través de la historia
hasta el siglo XXI, si, el siglo XXI, donde nosotros estamos en este momento:
En los inicios fueron perseguidos por el pueblo judío, ya
que éstos consideraban la doctrina cristiana como una herejía que se oponía a la
doctrina judía, en lo que al Mesías respecta y a otros puntos; debemos recordar
que el pueblo de Israel no reconoció a
Jesús como el mesías prometido, condenándolo al peor castigo: la Cruz.
Durante la mitad del siglo I, todo el siglo II hasta el
siglo III, los cristianos fueron perseguidos por el imperio romano, el
cristianismo estaba entrando con fuerza en la vida de los ciudadanos romanos,
quitándole divinidad a los emperadores y diciéndole al pueblo que el único
digno de gloria y honra era Dios y que ellos podían ser salvos por Jesucristo.
El imperio romano se dedico a matar cristianos, haciendo antorchas con sus
cuerpos, los colgaban en las calles y con ello las iluminaban, los arrojaban a
los fosos de los leones en los circos para divertimento de todos los que iban a
ver, los torturaban cercenando sus extremidades diciéndoles que solo podían
liberarse de esas atrocidades negando a Jesús, muchos y la gran mayoría
prefirió morir para gloria eterna que negar a aquel que había transformado sus
vidas.
Al avanzar la historia de la humanidad, los cristianos
fueron perseguidos no solamente por los imperios o reinados, también fueron
perseguidos por la iglesia católica, en lo que llamamos “La Inquisición”
comenzando el sigo X.
El término Inquisición o Santa Inquisición hace referencia a varias instituciones
dedicadas a la supresión de la herejía. Partió en el seno de la iglesia católica
en Roma y fue derivando en otros países como España, México y posteriormente
por toda latino América. Esta diabólica Institución de la Iglesia Católica, junto
con el Imperio Romano, fueron maneras que Satanás utilizó para destruir el
Cristianismo. Quiso destruir la obra de Jesús,
la labor de sus apóstoles y la iglesia, pero no pudo terminar su
cometido, se topó con hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo, transformado
y dispuestos a morir por la causa, mártires que dieron su vida por Jesús y el evangelio.
Tenemos que
resaltar el reciente a hallazgo que se hizo en Japón, donde se encontraron
documentos denominados “Rollos de
Marenga” que hablan de la persecución contra cristianos a mediados del siglo
XVII. En aquella época, los “shoguns”, jefes de
guerra de Japón, prohibieron el cristianismo por considerarlo un peligro para
el archipiélago. Muchos de los misioneros extranjeros fueron expulsados, los
fieles escondieron a algunos y los japoneses conversos tuvieron que renegar de
su fe. Los que se negaron a cumplir las órdenes fueron torturados y ejecutados.
Según diversos
estudios durante el siglo XX se dio muerte a mas de 60 millones de cristianos
en todo el mundo, la mayoría de las muertes fueron provocadas en países
comunistas, URSS, China, Corea del Norte y Vietnam, incluyendo varios países
del medio oriente.
Aun hoy, en siglo XXI
siguen habiendo políticas en contra del Cristianismo. Al rededor del mundo hay 50 países que realizan diferentes tipo de
persecuciones contra distintos tipos de religiones y un 80% de esta persecución
está dirigida a los Cristianos que siguen las pisadas de Jesús. De los 50
países que realizan diferentes tipos de persecuciones hay 11 con persecución
extrema, 39 de ellos cuentan con población mayoritariamente musulmana.
El
país más peligroso sigue siendo Corea del Norte, donde los cristianos
sobreviven bajo “persecución absoluta”, le siguen Arabia Saudita, Afganistán,
Irak, Somalia, Las Islas Maldivas, Mali, Irán, Yemen, Eritrea, y Siria
completan el bloque con persecución máxima.
Más debajo de los países con persecución extrema,
se encuentran países con persecución severa como China, Sudan, Nigeia, Pakistan
y Quatar, aún más abajo destacan los países con persecución moderada, tales
como Egipto, Túnez, India y Marruecos.
Las estadísticas de los últimos años nos dice que año a año mueren en
el mundo más de 100.000 cristianos, con esto podríamos decir que cada hora que
pasa se da muerte de 7 a 11 cristianos en el mundo.
Todo lo antes dicho podría atemorizarnos, hacernos dudar del plan de
Dios o simplemente dudar de la cobertura de Dios sobre su pueblo, y si, puede
ser perfectamente aceptable. Muchos de nuestros hermanos están muriendo, siendo
masacrados, mutilados y torturados por el simple hecho de ser llamados
Cristianos, pero lo grandioso de esto es que a pesar de todo estos antecedentes
la iglesia se mantiene incólume, en pie y dispuesta a seguir con esta lucha,
dispuesta a perder la vida si es necesario por honrar a Aquel que nos compró,
que se sacificó y que trajo esperanza de vida a nuestras almas.
Nuestra iglesia es una iglesia viva, satanás no ha podido derrocarnos,
no ha podido derrotarnos, y no ha podido con los hijos de Dios, que dia a dia,
en Asia, Africa, Medio Oriente y América dan la pelea, y también sus vida por
amor de Aquel que nos amó primero.
Dios sigue luchando y batallando por su pueblo, sigue presente y
continúa moviéndose y mostrando su gloria, levantará a sus hijos y honrará a
aquellos que dieron su vida por Jesús. El Cristianismo, la obra de Dios seguirá
viviente.
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” San Mateo
24:35